El mago de cristal by Charlie N. Holmberg

El mago de cristal by Charlie N. Holmberg

autor:Charlie N. Holmberg [Holmberg, Charlie N.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-11-04T00:00:00+00:00


Capítulo 10

Después de pasarse la siguiente hora de espejo en espejo, Ceony y Delilah se apresuraron en llegar al vestíbulo del Parlamento, recibiendo algunas miradas perplejas de los guardas ataviados de rojo que vigilaban los pasillos. Un alivio inmenso se apoderó de Ceony al ver las puertas cerradas. El mago Hughes hablaba en voz alta al otro lado. Se hundió en la silla de terciopelo para evitar marearse.

Delilah se escabulló hasta la otra silla como un cangrejo, desplazándose de lado mientras observaba las puertas. No se abrieron, y Delilah se sentó.

Ceony se inclinó, rodeó la muñeca de Delilah y dijo:

—Prométeme que no dirás una palabra.

—Pero…

—¡Ni una palabra! —siseó, volviéndose para mirar las puertas. ¿Había oído una silla arrastrándose o se lo había imaginado? No importaba. No tenían modo de saber lo que habían hecho.

Respiró profundamente. Conociendo a Emery, advertiría algo extraño si no mantenía la calma por completo. Siempre podía jugar la carta de su frustración por ser excluida de la reunión si hacía falta.

Volvió a fijar los ojos en los de Delilah, y añadió:

—Prométemelo.

Delilah languideció.

—Te lo prometo —balbució—. Creo que si te hubiera conocido en Praff nunca habría aprobado mi examen final. —Soltó un hipido—. Ahora tengo ardor de estómago.

La puerta derecha de la sala de reuniones se abrió y un hombre del que Ceony solo sabía que era policreador —un mago de plástico— salió del interior, pero su atención seguía en la sala. Las sillas ahora vacías rodeaban la mesa ovalada, pero los magos y varios policías uniformados se congregaban en grupos de dos y tres personas, murmurando unos con otros.

Ceony se aproximó más a Delilah y susurró:

—No te olvides de lo de mañana.

Delilah se frotó los brazos con las manos.

—¿Pero dónde lo haremos?

—En el aseo —replicó Ceony, mirando hacia la sala de conferencias. Los grupos estaban empezando a desperdigarse y a acercarse a la puerta—. Hay un pestillo dentro de la puerta del lavabo.

Los magos comenzaron a llenar el vestíbulo. Ceony se alejó de Delilah y se alisó el cabello, percatándose de que su trenza estaba un tanto despeinada. No se terminaba con una trenza despeinada por estar sentada tranquilamente en una silla toda la mañana.

¿Emery repararía en ello? Ceony no pudo evitar preguntarse cuántas cosas de ella advertía Emery. Su conversación en la sala de estar del piso aún le hacía sentir incómoda.

Mantuvo la mirada en las puertas de la sala de conferencias, observando al mago Hughes salir al recibidor y ponerse a hablar con otro hombre que ella no conocía. La maga Cantrell, la fusionadora que había interrogado a Emery después de que el automóvil se precipitara al río, salió detrás de él.

Delilah se levantó de la silla como un resorte, aferrando su bolso como si lo hubiera robado, cuando la maga Aviosky y Emery se acercaron a ellas. Ceony reprimió cualquier reacción y rezó porque Delilah no las delatara únicamente con su lenguaje corporal.

—Lamento el retraso —expresó la maga Aviosky, mirando por encima de su hombro hacia el mago Hughes—. Algunos son de mucha palabrería.



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